El 8 de abril de 1962 el planeta taurino se conmocionó con la noticia de la muerte de Juan Belmonte. Había sido, junto con "Joselito", uno de los protagonistas fundamentales de lo que se conoce como "la edad de oro del toreo", la época más gloriosa de la tauromaquia que tuvo lugar durante la segunda década del pasado siglo XX. Había nacido casi 70 años antes, un 14 de abril de 1982, en Sevilla, y cuando sintió que la muerte rondaba por su finca de "Gómez Cardeña"en su busca no la hizo esperar y fijó una cita con ella para tal día como hoy de hace 50 años. Muchas canciones se han compuesto en memoria de Juan Belmonte a lo largo del tiempo, nosotros, para recordar ese día en este CANCIONERO TORERO, hemos elegido una compuesta a finales del pasado siglo, concretamente en 1998, un poema de Antonio Burgos con música de J.J. Porlán titulado "¡Ay, soledad!" que incluyó Rocío Jurado en el disco "Con mis cinco sentidos" que publicó ese mismo año. El vídeo está alojado en el canal "limosnadeamores".
¡AY, SOLEDAD!
(A Juan Belmonte)
A. Burgos - J. J. Porlán
Iban muchachos desnudos
ay, soledad de la luna,
a torear junto al río;
hambre de sueño y fortuna.
Planta sus pies frente al toro
y se queda sólo y es una escultura,
y esa belleza desnuda
templa, para y manda por la madrugá,
que el pulso de las muñecas
a su boca seca más valor le da...
La luna llega y la para
qué estampa,
luego, mandando, la templa,
y el campo que lo contempla
se inventa
silencios de Maestranza.
Y en este verte y no verte
la luna en el horizonte
sabe ya que es Juan Belmonte
que va cargando la suerte, que va
que va cargando la suerte.
Eran los años oscuros
y anochecer de una vida
tu nombre está en el toreo,
bien ganaste la partía...
A solas está de nuevo,
campo, tierra y cielo,
igual que aquel día
y encierra un toro en la plaza,
templa, para y manda,
la luna no está,
ay si la luna estuviera
mala compañera es la soledad...
La muerte llega y la para,
qué estampa,
luego, mandando, la templa,
y el campo que lo contempla
se inventa
silencios de Maestranza.
Y en este verte y no verte
rompe el vuelo una paloma
y suena aquella pistola
que va cargando tu muerte, que va
que va cargando tu muerte.
Extraordinaio, una obra maestra digna del maestro
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