Debuta Antoñita Moreno en este CANCIONERO TORERO. Natural de Puebla del Rio, Sevilla, en donde nació un 9 de enero del año 1930, Antonia Moreno Valiente empezó a destacar cantando saetas cuando tan solo contaba 12 años. Al contrario que muchas de esa época era de familia acomodada y relacionada con la música, pues su abuelo materno era el director del Orfeón Sevillano, y desde niña fue animada por su familia para que cursara estudios musicales de piano, guitarra y canto. Esta formación le sirvió para, además de una excelente interprete de copla, dominar los distintos géneros de canción que se daban por toda la geografía española y del otro lado del charco. Pero no quiero extenderme en su vida y milagros, la interactividad de este espacio me lleva a enlazar el artículo de Pepe Camacho en su página web sobre la artista: "Biografía de Antoñita Moreno". Gran aficionada y asidua espectadora en las plazas de toros, en su repertorio figuran varias canciones de tema taurino que, en su momento, irán teniendo cabida en este Blog. La canción elegida en esta ocasión es un número fuerte del repertorio de Antoñita Moreno, "Romance del chavalillo torero", original del poeta gaditano Santiago Guerrero Reyes y del músico barcelonés Benito Ulecia Collado. También es reseñable su actuación en una popular película taurina, "El niño de las monjas", dirigida por Ignacio F. Iquino en 1958, en donde compartía cartel con Enrique Vera, más famoso por sus aportaciones cinematográficas que por las taurinas.
ROMANCE DEL CHAVALILLO TORERO
Guerrero - Benito
La luna del tentadero
vio derrochar valentía
al chavalillo torero
que se jugaba la vía.
Sobre las tierras morenas
sus manos bordaban
citando a la fiera
pase de gloria y de muerte,
loco llamando a la suerte
para que viniera:
"Torito no seas cobarde
porque tengo que triunfar,
que esta sin vida mi madre
pensando no verme mas.
En casa quedo llorando
rezándole al Gran Poder,
pidiéndole que me guarde
para que pueda volver.
Anda torito no temas
por lo mucho que la quiero,
anda y enviste torito
que yo debo ser torero".
La flor de Sevilla entera
se puso blanca de azahares,
y se asomo a la barrera
a verles los naturales.
Como un arcángel de oro
se arrima hasta el toro
sin miedo a la muerte.
Y besando su medalla
de la virgen sevillana
lo tentó la suerte:
"Torito no seas cobarde
porque tengo que triunfar,
que esta sin vida mi madre
pensando no verme más.
En casa quedo llorando
rezándole al Gran Poder,
pidiéndole que me guarde
para que pueda volver.
Anda torito no temas
por lo mucho que la quiero,
anda y enviste torito
que yo debo ser torero".
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